Ante
la muerte de un ser querido, preguntamos "¿qué será de su vida, de su
trabajo?..." "¡están en las manos de Dios! La mano es signo de
acogida y de protección, es signo de una relación personal de respeto y de
fidelidad: dar la mano, estrechar la mano".
"También los pecados,
nuestros pecados están en las manos de Dios, esas manos son misericordiosas, manos 'heridas' de amor. No es casualidad que Jesús haya querido conservar las
llagas de sus manos para hacernos sentir su misericordia".
"Las potencias demoníacas, hostiles al hombre, resultan impotentes frente a la íntima unión de amor entre Jesús y quien lo acoge con fe"
4 de noviembre.
Misa en el Vaticano por los obispos y cardenales
difuntos. Zenit
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