“Desde hace varios
meses, estamos siendo testigos de un acontecimiento que nos llena de esperanza:
el proceso de normalización de las relaciones entre dos pueblos, tras años de
distanciamiento... Es un signo de la victoria de la cultura del encuentro, del
diálogo, del «sistema del acrecentamiento universal... por sobre el sistema,
muerto para siempre, de dinastía y de grupos» (José Martí, ibíd.).
Animo a los responsables políticos a continuar avanzando por este camino y a
desarrollar todas sus potencialidades, como prueba del alto servicio que están
llamados a prestar en favor de la paz y el bienestar de sus pueblos
y de toda América, y como ejemplo de reconciliación para el mundo entero.
El mundo necesita reconciliación en esta atmósfera de tercera guerra mundial
por etapas que estamos viviendo”. En el aeropuerto de La Habana. 19 de
septiembre de 2015 (ZENIT.org)
“¡Cuántas religiosas y
religiosos queman y repito el verbo, queman su vida acariciando material de
descarte!. Gracias por lo que haces y en
vos gracias a todas estas mujeres y a tantas mujeres consagradas al servicio de
lo inútil porque no se puede hacer ninguna empresa, no se puede ganar plata, no
se llevar adelante absolutamente nada constructivo, entre comillas con esos
hermanos nuestros, con los menores, con los más pequeños. Ahí resplandece Jesús
y ahí resplandece mi opción por Jesús. Gracias a vos, y a todos los consagrados
y consagradas que hacen esto”. “Pero hay un lugar privilegiado para el
sacerdote donde aparece ese último, ese mínimo, el más pequeño, y es el
confesionario. Y ahí, cuando ese hombre o esa mujer te muestra su miseria, ojo
que es la misma que tienes vos y que Dios te salvó ¿eh? de no llegar hasta ahí.
Cuando te muestra su miseria, por favor, no lo retes, no la retes, no lo
castigues, si no tienes pecado tira la primera piedra. Pero solamente con esa
condición. Si no piensa en tus pecados y piensa que vos puede ser esa persona,
y piensa que vos potencialmente puedes llegar más bajo todavía y piensa que vos
en ese momento tienes un tesoro en las manos que es la misericordia del Padre.
Por favor, a los sacerdotes, no se cansen de perdonar. Sean perdonadores. No se
cansen de perdonar como lo hacía Jesús”. Catedral
Inmaculada Concepción y San Cristóbal de La Habana. 20 de septiembre de
2015 (ZENIT.org)
“Una palabra que cayó fuerte: “soñar”. Un escritor latinoamericano decía
que las personas tenemos dos ojos: uno de carne y otro de vidrio. Con el ojo de
carne vemos lo que miramos, con el ojo de vidrio vemos lo que soñamos. Esta
lindo, ¿eh? En la objetividad de la vida tiene que entrar la capacidad de
soñar. Y un joven que no es capaz de soñar está clausurado en sí mismo, está
encerrado en sí mismo. Claro, uno a veces sueña cosas que nunca van a suceder.
Pues soñalas, deséalas,
busca horizontes, abrite, abrite a cosas grandes. No sé si en Cuba se usa la
palabra, pero los argentinos decimos: “No te arrugues”, ¿eh? No te arrugues,
abrite, abrite y soñá. Soñá que el mundo con vos puede ser distinto. Soñá que
si vos ponés lo mejor de vos, vas a ayudar a que ese mundo sea distinto”. “Todos eran distintos, pero todos
estaban trabajando en común, por el bien común. Eso se llama amistad social:
buscar el bien común. La enemistad social destruye. Y una familia se destruye
por la enemistad, un país se destruye por la enemistad, el mundo se destruye
por la enemistad. Y la enemistad más grande es la guerra. Y hoy día vemos que
el mundo se está destruyendo por la guerra, porque son incapaces de sentarse y
hablar. Bueno, negociemos. ¿Qué podemos hacer en común? ¿En qué cosas no vamos
a ceder? Pero no matemos más gente. Cuando hay división hay muerte, hay muerte
en el alma, porque estamos matando la capacidad de unir. Estamos matando la
amistad social. Y eso es lo que yo les pido a ustedes hoy: sean capaces de
crear la amistad social”.
“En algunos países hay ley de
eutanasia, pero en tantos otros hay una eutanasia escondida, encubierta. Se
descartan los jóvenes porque no les dan trabajo. Entonces, ¿qué le queda a un
joven sin trabajo? Un país que no inventa, un pueblo que no inventa
posibilidades laborales para su jóvenes, a ese joven le quedan o las
adicciones, o el suicidio, o irse por ahí buscando ejércitos de destrucción
para crear guerras”. “Esta cultura del descarte nos está haciendo mal a todos,
nos quita la esperanza, y es lo que vos pediste para los jóvenes: “queremos
esperanza”. Esperanza que es sufrida, es trabajadora, es fecunda, nos da
trabajo y nos salva de la cultura del descarte. Y esta esperanza que es
convocadora, convocadora de todos, porque un pueblo que sabe autoconvocarse
para mirar el futuro y construir la amistad social, como dije, aunque piense
diferente, ese pueblo tiene esperanza”. Mensaje
a los jóvenes del Centro Cultural Padre Félix Varela. 21 de septiembre de
2015 (ZENIT.org)
“Para
todo el que sintió la mirada de Jesús, sus conciudadanos no son aquellos a los
que «se vive», se usa y se abusa. La mirada de Jesús genera una actividad
misionera, de servicio, de entrega. Sus conciudadanos son aquellos a quien él
sirve. Su amor cura nuestras miopías y nos estimula a mirar más allá, a no
quedarnos en las apariencias o en lo políticamente correcto”. “Jesús va
delante, nos precede, abre el camino y nos invita a seguirlo. Nos invita a ir
lentamente superando nuestros preconceptos, nuestras resistencias al cambio de
los demás e incluso de nosotros mismos. Nos desafía día a día con la pregunta:
¿Crees? ¿Crees que es posible que un recaudador se transforme en servidor?
¿Crees que es posible que un traidor se vuelva un amigo? ¿Crees que es posible
que el hijo de un carpintero sea el Hijo de Dios? Su mirada transforma nuestras
miradas, su corazón transforma nuestro corazón. Dios es Padre que busca la
salvación de todos sus hijos”.
“Sé
con qué esfuerzo y sacrificio la Iglesia en Cuba trabaja para llevar a todos,
aun en los sitios más apartados, la palabra y la presencia de Cristo. Una
mención especial merecen las llamadas «casas de misión» que, ante la escasez de
templos y de sacerdotes, permiten a tantas personas poder tener un espacio de
oración, de escucha de la Palabra, de catequesis y vida de comunidad”. La
homilía del Papa en Holguín. 21 de septiembre de 2015 (ZENIT.org)
“Estamos en familia. Y cuando uno está en familia se siente
en casa. Gracias familias cubanas, gracias cubanos por hacerme sentir todos
estos días en familia, por hacerme sentir en casa. Gracias. Este encuentro con
ustedes es como «la frutilla de la torta». Terminar mi visita viviendo este
encuentro en familia es un motivo para dar gracias a Dios por el «calor» que
brota de gente que sabe recibir, que sabe acoger, que sabe hacer sentir en
casa. Gracias a todos los cubanos”.
“Y Jesús comienza su vida pública precisamente en una boda.
Se introduce en esa historia de siembras y cosechas, de sueños y búsquedas, de
esfuerzos y compromisos, de arduos trabajos que araron la tierra para que ésta
dé su fruto. Jesús comienza su vida en el interior de una familia, en el seno
de un hogar. Y es precisamente en el seno de nuestros hogares donde
continuamente Él se sigue introduciendo, Él sigue siendo parte. Le gusta
meterse en la familia”.
“En muchas culturas hoy en día van despareciendo estos
espacios, van desapareciendo estos momentos familiares, poco a poco todo lleva
a separarse, aislarse; escasean momentos en común, para estar juntos, para
estar en familia. Entonces no se sabe esperar, no se sabe pedir permiso, no se
sabe pedir perdón, no se sabe dar gracias, porque la casa va quedando vacía. No
de gente, sino vacía de relaciones, vacía de contactos, vacía de encuentros”.
“Sin familia, sin el calor de hogar, la vida se vuelve
vacía, comienzan a faltar las redes que nos sostienen en la adversidad, nos
alimentan en la cotidianidad y motivan la lucha para la prosperidad. La familia
nos salva de dos fenómenos actuales, dos cosas que suceden: la fragmentación
(la división) y la masificación. En ambos casos, las personas se transforman en
individuos aislados fáciles de manipular y de gobernar. Y entonces encontramos
en el mundo sociedades divididas, rotas, separadas o altamente masificadas que
son consecuencia de la ruptura de los lazos familiares; cuando se pierden las
relaciones que nos constituyen como personas, que nos enseñan a ser personas”.
“Dios nos estimula al amor y el amor siempre se compromete con las personas que
ama. Por eso, cuidemos a nuestras familias, verdaderas escuelas del mañana.
Cuidemos a nuestras familias, verdaderos espacios de libertad. Cuidemos a
nuestras familias, verdaderos centros de humanidad”. A las familias en la Catedral de Santiago de Cuba. 22 de septiembre de
2015 (ZENIT.org)
“La presencia de Dios en nuestra vida
nunca nos deja quietos, siempre nos motiva al movimiento. Cuando Dios visita,
siempre nos saca de casa. Visitados para visitar, encontrados para encontrar,
amados para amar”. Somos invitados a «salir de casa», a tener los ojos y el
corazón abierto a los demás. Nuestra revolución pasa por la ternura, por la
alegría que se hace siempre projimidad, que se hace siempre compasión y nos
lleva a involucrarnos, para servir, en la vida de los demás. Nuestra fe nos
hace salir de casa e ir al encuentro de los otros para compartir gozos y
alegrías, esperanzas y frustraciones. Nuestra fe, nos saca de casa para visitar
al enfermo, al preso, al que llora y al que sabe también reír con el que ríe,
alegrarse con las alegrías de los vecinos. Como María, queremos ser una Iglesia
que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, de sus sacristías, para
acompañar la vida, sostener
la esperanza, ser signo de unidad”. En el
Santuario de la Caridad del Cobre, misa votiva en honor de la patrona de Cuba.
22 de septiembre de 2015 (ZENIT.org)
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